martes, 20 de enero de 2009

Sueños que sudan

Hoy estamos cansadas. Cada noche más tarde, cada día más tarde, mis ciclos de sueño se retrasan y retrasan..
Escribo de noche, eso no es original, más bien es lógico por la hora en que me levanto… pero es que nunca me van a dar las horas para todo!
Me despierto tras otro día más de encontrarme con mis miedos. Sueño con hombres que me hacen ir a donde no quiero. Sueño con mi padre, y con otros que han pasado por mi vida dejándome alguna marca. Sueño y en esos sueños vuelvo a estar presa… Sueño y en esos sueños no estoy aquí, como estoy ahora.
Mi padre y yo sola con él esperando a mis hermanas que no llegan, y un ataque de ira descontrolada de esos que muchas habéis visto como triste colofón a alguna fiesta, ineludible aunque quiera contenerme, me lleva y me arrastra, romperlo todo, romperme toda… ; yo sola buscando donde dormir mientras “elinnombrable” me ronda, yo cargada hasta lo absurdo de bultos y más bultos sin encontrar cobijo… ; yo sangrando por las prisas de llegar perfectamente perfecta a alguna cita absurda de alguna posibilidad absurda de convertir la posesión en amor, la varita mágica que no tengo, saberlo y no poder dejar de sangrar, no poder ocuparme de mí, querer matar mi cerebro que me hace saber, o mi cuerpo que no deja de hacer lo que no debo, golpearme para estar aturdida… tres noches seguidas, tres noches sudando, tres noches eternas que me dejan cansada, cansada, cansada

Hoy me pregunto lo mismo que le pregunté ayer a Pablo: y qué voy a hacer con esto? Voy a quedarme aquí? Bueno, es una pregunta que ya contesté hace tiempo, y eché a caminar hace tiempo. Y he caminado, mal que bien, intenté irme lejos y dejarla atrás. Pero no se va, aunque yo me vaya de ella. Pero vuelve y vuelve y vuelve, aunque sea en sueño, vuelve el miedo, el ponerse donde me hacen daño, hacerme daño yo misma… ya no me pregunto si va a acabar. Ya lo sé, nunca va a acabar… siempre en algún momento aparecerá esta inercia, esta estructura, que no puedo negar y que intento reducir a su sitio de nuevo. Siempre porque no es rama, es raíz, que no puedo enderechar porque el pasado es como es… quizás aprender a caminar la savia con un pulso más firme, no hacerme nudo allí, no perder fuerza allí… No hacerla presente, aunque me asalte y me rabie y me ulcere la sonrisa. El sentimiento que me produce es presente, pero no lo es el hecho, eso ya pasó. Sentarme en calma, respirar hondo, recordar todos los alrededores bellos, todas las otras raíces que mi raíz, todo lo caminado, toda la fuerza que sí, tengo que creer que tengo: un dogma que canto cuando me golpea la cabeza como un martillo, hasta convertirlo en melodía que me salga del vientre heredado del deseo, que crece y se expande por el pecho, por la garganta, que hace vibrar mi cabeza hasta que por fin, se hace más fuerte, más importante, que el martillo de la pena y de la culpa, y entonces ya puedo por fin llorar.

Hoy se me ha vuelto a hacer tarde. Iré a ver el museo, caminaré por los parques y os echaré mucho mucho de menos.

No hay comentarios: